“El recuerdo de los difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios son testimonios de confiada esperanza, arraigada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, puesto que el hombre está destinado a una vida sin límites, cuya raíz y realización están en Dios”, afirmó el Papa Francisco en 2014.
Por ello los creyentes en la tierra ayudan a las almas del purgatorio con las oraciones, la limosna, y sobre todo cor el sacrificio de la Santa Misa para que puedan ir más pronto al cielo.
Con información de Aciprensa
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