Hoy se cumplen 76 años de la victoria sobre el fascismo por la Unión Soviética (1941-1945)

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nasar ramadan dagga
Gran Guerra Patria - NA
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Décadas nos separan del día 9 de mayo de 1945, cuando se celebró la victoria de la Unión Soviética en la Gran Guerra Patria. Este triunfo se obtuvo gracias al valor y el insuperable heroísmo del Ejército Rojo, los guerrilleros y el propio pueblo del país, que contribuyeron en gran medida a la destrucción de las fuerzas armadas de la Alemania nazi y sus aliados.

Nuestros padres y abuelos en una gesta insólita por su tamaño, sacrificio y las pérdidas humanas, lograron defender nuestra libertad. Con su aporte decisivo fueron liberados también otros países y pueblos del avasallamiento fascista.

Los logros heroicos del pueblo soviético durante los años de guerra fueron y siguen siendo una fuente inagotable del patriotismo y el amor por la Patria.

Esta capacidad espiritual, demostrada durante el período dramático de nuestra historia, es una fuente de orgullo e inspiración a las generaciones modernas. El legado de la Victoria es un poderoso recurso moral para el desarrollo del mundo contemporáneo.

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Una enfermera venda a un soldado durante el combate.

La Gran Guerra Patria de 1941-1945 terminó con la victoria total del pueblo soviético sobre la Alemania fascista. El hitlerismo fue eliminado en Alemania y en varios Estados de Europa. En una dura y sangrienta lucha, los soviéticos defendieron su soberanía nacional y protegieron no solamente a su Patria sino contribuyeron en gran medida a la liberación de Europa y Asia.

La conflagración mundial desatada por la Alemania nazi y sus aliados cobró las vidas de 60 millones de personas. 27 millones los ofrendó el pueblo soviético. En el territorio soviético el invasor arrasó 1.710 ciudades y más de 70 mil aldeas y pueblos.

El precio pagado por una guerra que no se supo evitar es demasiado grande para que la humanidad se olvide de sus enseñanzas.

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Niño en el medio de la aldea quemada

La URSS fue obligada a emprender una lucha titánica contra el mejor ejército del mundo a lo largo de cuatro años, tres de ellos sin apoyo militar significativo.

Al momento de la apertura del Segundo Frente por los Ejércitos de Gran Bretaña y EEUU, el 6 de junio de 1944, el enemigo ya estaba desangrado. Durante toda la guerra, hasta la capitulación definitiva del III Reich en Berlín, el frente soviético-alemán fue el decisivo. Basta decir que, disponiendo de unas 50 divisiones motorizadas en Occidente, el Mando nazi concentró en el Frente Oriental contra la URSS 270 divisiones más fogueadas y apoyadas por la mayor parte de sus tanques y aviones.

El desenlace de este drama singular y la concertación política lograda entonces por las Potencias Vencedoras ejercieron una enorme influencia sobre el decurso de la historia mundial. De la misma manera, la creación de la Coalición Antihitleriana basada en la Declaración de las Naciones Unidas, suscrita el 1 de enero de 1942 en Washington por 26 países, incluyendo a Venezuela (este número creció al final de la guerra a 50), significó el avance diplomático más importante de la época.

Hundimiento del buque carguero petrolero venezolano Pedernales por parte de un submarino alemán el 16 de febrero de 1942

Pasó a ser un ejemplo sin precedentes de unificación de Estados con diferentes ideologías y sistemas políticos frente a una amenaza mortal que se había cernido sobre la humanidad.

El orden mundial establecido tras la derrota de las fuerzas del odio, el terror y la barbarie, recogía las mejores esperanzas que abrigaban entonces los pueblos del planeta. Los elementos básicos de este orden mantienen un alto significado y vigencia también en nuestros días, cuando se multiplican los conflictos, abundan las injusticias e intolerancias y resurge de forma abierta y subrepticia el ideario y las prácticas neonazis.

En este sentido tiene especial importancia preservar el papel central y coordinador de la Organización de las Naciones Unidas, cuya Carta se reconoce como código universal, base del Derecho Internacional contemporáneo y piedra angular para concebir y crear un nuevo mundo policéntrico, más igualitario, más democrático, más justo y más seguro.

En la etapa actual y ante crecientes intentos de falsificar los acontecimientos en torno a esta guerra, adulterando el legado de paz para las generaciones venideras, nos toca defender la verdad, la sagrada memoria y el honor de aquellos héroes que ofrendaron sus vidas para que hechos similares no volvieran a ocurrir nunca en ninguna parte del mundo.

Hasta ahora, la tarea de proteger la verdad histórica ha contado con el apoyo de los participantes directos, sobrevivientes de aquella hecatombe, testigos oculares del heroísmo y la cobardía, de la solidaridad y la traición, de las proezas sublimes y los crímenes más horrendos de lesa humanidad. Pero ya quedan pocos testigos presenciales y junto con nuevos materiales desclasificados que profundizan la comprensión de esta tragedia humana, sus orígenes y sus enseñanzas, aparecen, como siempre sucede, la espuma sucia de aseveraciones difamatorias y calumniosas, malintencionadas y con claros objetivos políticos preconcebidos.

La Bandera de la Victoria alzada sobre el Reichstag en Berlín el 2 de mayo 1945

Hay muchos mitos en torno a esta guerra y muchas interpretaciones equivocadas o imprecisas. Pero también hay falacias y tergiversaciones deliberadas que buscan confundir y desunir a la gente. A esos intentos ahora se suman no solamente los descendientes de los aliados nazis sino también las instituciones internacionales bastante respetables.

Eso revela una política deliberada destinada a destruir el orden mundial de posguerra, cuya creación fue una cuestión de honor y responsabilidad para los Estados. El olvido de las lecciones de la historia conduce inevitablemente a una gran expiación. Hay que defender firmemente la verdad basada en hechos históricos documentados. Hay que hablar honesta e imparcialmente sobre los eventos de la Segunda Guerra Mundial. Hay que recordar las lecciones del pasado para que nunca vuelvan a repetir.

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