La investigación, publicada en Communications Biology, señala que el Ferromirum oukherbouchi, un tiburón de aspecto extraño con grandes ojos y un hocico corto, que vivió vivió hace 370 millones de años, tenía una mandíbula que en realidad giraba para permitir que los nuevos dientes del tiburón rechinaran la carne de su presa.
“Mediante esta rotación, los dientes más jóvenes, grandes y afilados, que normalmente apuntaban;hacia el interior de la boca, se colocaron en posición vertical”, dijo en una declaración la autora;principal del estudio, Linda Frey. “Esto facilitó que los animales empalaran a sus presas. A través de una rotación hacia adentro, los dientes empujaron a la presa más profundamente;en el espacio bucal cuando las mandíbulas se cerraron”.
Además de su extraña mandíbula, Ferromirum Oukherbouchi era más pequeño que la mayoría de los tiburones modernos,;midiendo sólo 13 pulgadas de largo, los investigadores descubrieron a través de sus mandíbulas bien conservadas.
Succionar a sus presas
Esto permitió a los tiburones no sólo usar sus dientes más grandes, orientados hacia adentro,;sino también usar algo conocido como alimentación por succión.
“En combinación con el movimiento hacia afuera, la apertura de las mandíbulas hace que el agua de mar;se precipite en la cavidad bucal, mientras que al cerrarlas se produce un tirón mecánico que atrapa e inmoviliza a la presa”, añadió Frey. Ferromirum Oukherbouchi
Esta característica se hizo cada vez más irrelevante con el paso del tiempo y fue finalmente reemplazada por la;estructura mandibular que los tiburones y las rayas han tenido durante millones de años.
“El fósil excelentemente conservado que hemos examinado es un espécimen único”, explicó el coautor del estudio,;Christian Klug, añadiendo que el tipo de articulación mandibular que se ve en este tiburón;puede haber desempeñado “un papel importante” en la era paleozoica. Ferromirum Oukherbouchi
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