Las personas que tienen reacciones extremas a sonidos al masticar o la respiración ruidosa pueden tener una conexión cerebral “supersensibilizada”, según un estudio.
La misofonía puede desencadenar reacciones físicas o emocionales intensas que otros podrían considerar exageradas.
Los investigadores de la Universidad de Newcastle han descubierto que los afectados tienen una mayor conectividad entre el córtex auditivo del cerebro y las áreas de control motor relacionadas con la boca, la garganta y la cara.
“Nuestros resultados indican que en las personas con misofonía existe una comunicación anormal entre las regiones auditivas y motoras del cerebro, lo que podría describirse como una conexión supersensibilizada”, dijo el autor principal, el Dr. Sukhbinder Kumar.
“Es la primera vez que se identifica una conexión de este tipo en el cerebro para esta enfermedad”.
¿Qué es la misofonía?
El desencadenante de las personas con misofonía -que significa odio al sonido- suelen ser los sonidos orales. La reacción puede ser desde un leve asco y ansiedad hasta el pánico y la necesidad de huir.
Se cree que entre el 6% y el 20% de las personas están afectadas y que suele aparecer por primera vez alrededor de los 12 años, más comúnmente en las niñas.
Puede suponer una carga para la vida social de quienes la padecen, ya que intentan evitar los sonidos que la desencadenan.
El Dr. Kumar afirma que algunas personas que padecen esta enfermedad pueden reducir sus síntomas imitando la acción que genera el sonido, lo que podría ayudar a recuperar la sensación de control.
“El uso de estos conocimientos puede ayudarnos a desarrollar nuevas terapias para las personas que padecen esta enfermedad”, dijo. El estudio se publicó en la revista Journal of Neuroscience.
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