Durante más de 50 años, las gigantescas huellas fosilizadas han sido uno de los hallazgos más fascinantes de la paleontología australiana.
En el momento de su descubrimiento, los científicos creían que las tres huellas, parecidas a las de un pájaro, habían sido realizadas hace entre 200 y 250 millones de años por un depredador de dos patas. Las huellas fueron la primera prueba de que los dinosaurios vagaban por Australia en el Triásico, cuando las criaturas aparecieron por primera vez en el planeta.
En 2003, algunos paleontólogos llegaron a sospechar que las huellas representaban la primera prueba del mundo de un dinosaurio carnívoro gigante, que podía llegar a medir hasta 1,80 metros de altura.
Pero nuevos análisis han derribado este ídolo australiano. Las huellas pertenecían a un herbívoro más pequeño y manso, no más alto que una persona, y no a un feroz carnívoro gigante, según afirman los científicos en un artículo publicado el jueves en la revista Historical Biology.
Huellas de dinosaurio en Australia
Aunque las antípodas pueden estar perdiendo su derecho a la fama de los dinosaurios carnívoros del Triásico, las huellas;siguen siendo una contribución significativa al registro paleontológico de Australia, dijo;Anthony Romilio, investigador asociado del Laboratorio de Dinosaurios de la Universidad de;Queensland y coautor del nuevo estudio. Las huellas pertenecían probablemente a un ancestro de dos patas de los saurópodos gigantes de cuello largo y cuatro patas que evolucionaron más tarde en la Era Mesozoica.
“Es la única aparición de estas formas bípedas de estos dinosaurios en Australia”, dijo Romilio. Los saurópodos no;vuelven a aparecer en el registro fósil del continente hasta dentro de unos 50 millones de años.
Los mineros que trabajaban en un túnel a unos 700 pies bajo la superficie de la Tierra, cerca de Brisbane, fueron los;primeros en detectar las huellas. Mientras los mineros excavaban carbón, las huellas fosilizadas, cada una de ellas más grande que un plato de comida, tomaron forma en la oscuridad.
“Tener una huella de pájaro, una gigantesca huella de pájaro en el techo, es algo que hay que contar”, dijo Romilio.
Los informes sobre las misteriosas huellas salieron de la mina. En un artículo de 1964 sobre el descubrimiento, Henry Ross Edgar Staines, paleontólogo del Servicio Geológico de Queensland, y J.T. Woods, del Museo de Queensland, midieron la huella más grande en casi 17 pulgadas desde el talón hasta la punta del dedo más largo. Declararon que se trataba de Eubrontes, un género de huellas fósiles dejadas por carnívoros erguidos. Un molde de yeso de la huella se expuso en el Museo de Queensland.
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