Sus comienzos al ser aprendiz de carpintería, bodeguero y botones en un hotel caraqueño, influyeron significativamente en su humilde personalidad y su nacionalismo desgarrado, que mostraba en cada poema escrito con palabras netas de la jerga venezolana.
Entre sus obras dirigidas hacia los niños están: “La avispa ahogada”, “El burro flautista” y “Caballo de Manteca”, de las cuales el poeta indicaba que “los escritores subestiman al niño al escribir para ellos en una forma diferente. La poesía es una sola y la sienten y disfrutan los niños por igual”.
Mediante su humor negro daba a conocer sus reflexiones concluidas en risas al momento en que exhibía la esencia de los venezolanos. En su obra “Caracas física y espiritual” (1967) destaca a través del embellecimiento de las letras, su rechazo al consumismo y amparo en torno a la cultura del país.
En los tiempos de la dictadura de Pérez Jiménez, Aquiles Nazoa vivió el exilio en Bolivia, sin embargo tomó provecho de este tiempo para narrar la realidad de este país y enfocar su visión en relación a la cultura latinoamericana.
Con información de Noticia Al Día
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