¿Cómo será recordado el pensamiento conspirativo de esta pandemia en el futuro? ¿Cómo verán las generaciones posteriores la increíble actitud de armar escenarios ficticios? Quizás esa no sea la peor parte, lo más triste será revisar la justificación de conductas irracionales. Algo parecido a como vemos hoy en día los juicios medievales a las mujeres que tenían un gato negro.
Las teorías de conspiración respecto al coronavirus tienen elementos comunes. Forman una estructura compuesta por características enlazadas de una manera determinada. Conocer estas características nos puede ayudar a descubrir las señales que indican que estamos frente a una teoría conspirativa.
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También, esperemos, nos ayude a saber cómo cuidarnos de este tipo de pensamiento. Se trata de una destreza muy valiosa en un contexto donde se multiplican las teorías conspirativas acerca de la pandemia.
Las siguientes claves fueron presentadas por John Cook, Profesor Asistente de Investigación de la Universidad George Manson y un grupo de investigadores docentes. La intención: desarticular la retórica de las teorías conspirativas. The Conversation publicó el desmantelamiento.
Las teorías conspirativas se contradicen
Las teorías conspirativas están tan empecinadas en cuestionar la información oficial que no les importa contradecirse. Por ejemplo, se le atribuye el origen del coronavirus a un laboratorio en Wuhan, China. Por el otro, plantea que todos tenemos el coronavirus debido a vacunaciones anteriores y que el uso de mascarillas lo activa. Creer las dos cosas a la vez es inconsistente.
Quienes teorizan sobre las conspiraciones tienen inmensas sospechas de la información oficial. Eso hace que cualquier evidencia científica que no se acomode a sus teorías tiene que estar falseada. Esto implica pensar que cualquier organización científica que apoye investigaciones consistentes con la “información oficial” tiene que formar parte de la conspiración.
En el caso de la COVID-19, esto incluye a la Organización Mundial de la Salud o cualquier persona o grupo que efectivamente sepa algo sobre ciencia. Si los informes provienen de instituciones científicas tienen que formar parte de la conspiración.
Un plan de villanos
Las teorías conspirativas asumen que los conspiradores tienen motivos viles. Se ha dicho que el médico Anthony Fauci, junto a otros, han planificado la pandemia de la COVID-19. Sería una trama que incluye matar a cientos de miles de personas para así obtener millones de dólares en ganancias. El parecido con las motivaciones de los villanos de los comics es sorprendente.
Los teóricos conspirativos pueden eventualmente abandonar ciertas ideas si éstas se vuelven insostenibles. Pero estas revisiones no alcanzan para contrarrestar la conclusión general. Y esta es “algo debe estar mal”, la información oficial se basa en el engaño.
Las teorías conspirativas se cierran sobre sí mismas. Hasta la falta de evidencia se transforma en evidencia: que no haya pruebas de la conspiración no es más que la prueba de que los conspiradores hicieron un gran trabajo.
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Los teóricos conspirativos ven patrones en todos lados, para ellos basta simplemente con “unir los puntos”. Los hechos aleatorios se reinterpretan como productos de la conspiración y son incluidos en una trama mayor. Y se atribuyen significados siniestros a toda conexión.
Entender y develar las claves de las teorías conspirativas es crucial para inmunizarnos contra el engaño, especialmente en los momentos en que somos más vulnerables. Es decir, en tiempos de crisis e incertidumbre.
