Kepa se negó a salir del partido en la Final de la Liga Inglesa

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nasar ramadan dagga
Foto: AFP
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El portero del Chelsea Kepa Arrizabalaga se llevó el protagonismo durante la final de la Liga Inglesa que disputó su equipo contra en Manchester City, al mantenerse bajo los palos para la tanda de penaltis contra el criterio de su entrenador Maurizio Sarri.

Kepa
Foto: AFP

El portero estaba cojeando y encendió las alarmas en el banquilo de Sarri, que determinó que lo sustituyera Caballero, un especialista, para asegurar un meta sin trabas físicas en la decisión final. En una escena surrealista Kepa hizo ver que no tenía motivos para salir y el técnico italiano pareció enloquecer. Tras un minuto y medio de caos y con Caballero dispuesto para entrar al campo, el árbitro acudió a hablar con Kepa para que le explicase que ocurría y el portero le dijo que estaba bien y dispuesto a seguir, por lo que el juez decidió reanudar el partido. El reglamento indica que si un futbolista se niega a salir sustituido el juego debe seguir.

Kepa se quedó en el campo, detuvo un penalti y estuvo cerca de parar otro. Se quedó a un paso de ser héroe, pero ahora, tiene un problema que resolver con su entrenador, que tras el juego quiso quitar hierro a la situación. “Fue un gran malentendido. Yo quería que entrase Caballero porque tenía miedo de que a Kepa le afectasen los calambres, pero el médico me dijo que no eran calambres. Él tenía razón en seguir si estaba bien, pero se comportó de manera incorrecta. Tenía razón por el motivo, pero no por la conducta. No vamos a multarle, pero quiero hablar con él.”

Ante el hecho, Kepa expresó sus pensamientos a través de una breve nota difundida en sus redes sociales: “En ningún momento ha sido mi intención desobedecer al técnico. Todo fue un malentendido a altas pulsaciones”. Y validó la versión que había ofrecido Sarri. “Él pensó que no estaba en condiciones de seguir y mi intención era expresarle que estaba en buenas condiciones de seguir ayudando al equipo, mientras el cuerpo médico que me atendía llegaba al banquillo y daba el mensaje. Siento la imagen que se ha proyectado”, apuntó Kepa, que acabó con una petición de disculpas.

Todo sucedió tras un partido excitante y pleno de alternativas. Hace dos fines de semana el Manchester City goleó al Chelsea con seis goles. La paliza fue de tal dimensión que Maurizo Sarri no ha dejado de tambalearse desde entonces. Con rumores de destitución se presentó en Wembley y planteó una renuncia explícita al estilo que tanto le critican sus aficionados. El Chelsea recuperó su esencia de equipo esforzado y prietas las filas se dispuso a restar. Quiso un partido largo que le abriese opciones con el paso de los minutos. El diseño le salió perfecto: mediada la segunda parte el partido estaba donde quería Sarri.

Por su parte el City tuvo control pero no acabó de encontrar los espacios porque el Chelsea se juntó para sufrir. Lo pagó durante largos minutos Hazard, que se alineó como nueve y se debió ceñir a perseguir la pelota. Seguramente al Chelsea le hubiese aliviado que su mejor futbolista tuviera más opciones de tener el balón en los pies, pero lo cierto es que el belga está como un cañón y con el paso del partido encontró la manera de hacerse valer. Lo hizo desde la velocidad más que desde su exquisita técnica.

Ahí le dolió al City porque además su tempranero esfuerzo en la presión se hizo insostenible en el último tramo de los primeros noventa minutos. Y antes tampoco encontró excesivos réditos a su dominio, apenas llegó en maniobras de Agüero en el área, donde se movió como una anguila. Antes del descanso se fabricó un disparo que se le fue alto por bien poco y tras el receso marcó, pero en un fuera de juego en el que el videoarbitraje, que estaba presente, le dio la razón al ojo del linier. Tuvieron que hilar fino para decidir.

Todo estaba a punto de cambiar. Fue como si el Chelsea hubiera ido a rueda todo el partido y de pronto se pusiese a demarrar. Dejó de estar tan encimado en la salida del balón, subió la línea y empezó a encontrar a Hazard, que por momentos pareció imparable. En una galopada desnudó a la zaga del City para ganar la línea de fondo y dejarle un regalo a Kanté, que envió la pelota sobre el larguero. Wembley empezó a rugir porque se armó un ida y vuelta. El Chelsea era otro, el City no palideció, le dio velocidad a la pelota, pero tampoco encontró vías para volver a nutrir a Agüero. Y tuvieron el partido cerca los londinenses en una jugada final en la que un ajustado fuera de juego frustró un mano a mano de Hazard ante Ederson.

Esa última acción antes de la prórroga dejó lesionado a Fernandinho. Antes Guardiola ya había renunciado a De Bruyne y Silva. El partido era una maratón y llegado el muro en el que se busca el último aliento, el Chelsea era más que el City. Sarri reclutó a Higuaín, al que había sacrificado de inicio, y el cambio enardeció a los suyos. Fue como una llamada a marchar hacia la victoria. La pelota ya estaba en los pies de Hazard.

Pero incluso al Chelsea se le hizo largo tanto trayecto. Había corrido demasiado tras la pelota, se desgastó después en el trajín al que llevó el partido y acabó con la lengua fuera mientras el City rescataba la posesión. Volvió a mandar y a diez minutos de los penaltis tuvo el gol en una acción entre Sterling y Agüero.

Con información de El País


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